Pilar recuerda que recordó que su madre había fallecido hacía varias semanas y que la acompañó cuanto pudo durante la enfermedad, y que después, en la ceremonia religiosa, con la nostalgia de la muerte a cuestas, leyó en voz alta algo de todo lo que le hubiera gustado destacar sobre el carácter bondadoso de su madre, y de las innumerables historias posibles que saldrían con un pequeño esfuerzo reflexivo. Probablemente buscaba el consuelo en sus propias palabras, con la gratitud expresa de los momentos vividos que nunca se dijeron con voz sino con acciones cotidianas porque la relación con su madre, tan única y cercana, no tiene ni tendrá punto y final. La memoria no lo permite. Todos lo que hemos comprobado la muerte de una madre o de un ser querido lo sabemos.
Y en ese discurso público, delante del cura, de familiares y de amigos, Pilar terminó con unas palabras del Corán que había oído a una de nuestras compañeras de la tertulia literaria y que en su esencia viene a decir que “El paraíso está en el regazo de una madre”. Pilar lo dijo con sentimiento hondo. Lo que supuso que varias personas de la iglesia le hicieran repetir la frase y darle la razón a su contenido.
El otro día me lo recordaba Pilar añorante; porque ya no existía ni el calor ni el regazo, ni el oído ni el sonido.
Josefina Núñez
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